domingo, 27 de julio de 2008

El Servicio de Clientes y Trainspotting

Nunca debió haberse dejado tentar por aquella oferta. Su difunta madre, que en gloria estuviera, se lo decía una y otra vez: lo barato acaba saliendo caro. Y lo peor de todo era que en los demás ámbitos de la vida se jactaba de no reparar en gastos, para eso tenía un trabajo bien remunerado y ningún escrúpulo a la hora de emplear el dinero en aquello que le apetecía.

Por qué demonios, se maldecía ahora, había picado y había atendido el reclamo del anuncio que le ofrecía banda ancha de Internet (más las llamadas locales y ya ni recordaba qué otros beneficios) por la mitad de lo que le venía costando la conexión. Una suma para él irrisoria, que habría podido seguir satisfaciendo mes a mes sin despeinarse. Por ahorrarse un mísero puñado de euros, por el prurito estúpido de no sentirse un pringado que pagaba por algo el doble que otros, ahora se veía como se veía. No sólo no le funcionaba la conexión, ni ancha ni estrecha, sino que ni siquiera podía hacer llamadas telefónicas. Tras diez costosas y exasperantes conversaciones a través del móvil con otros tantos operadores de diversos acentos, tres números de reclamación anotados, e incluso un número de reclamación sobre las reclamaciones, el problema ni siquiera tenía visos de solución. Tres días sin teléfono y sin Internet, viéndose obligado a meterse en cibercafés para atender su correo electrónico, le habían ido acercando al límite de su poca paciencia. Siempre tenía la desagradable sensación de que el ocupante del puesto contiguo leía de reojo los mensajes que recibía o que mandaba, y eso era algo que en su oficio no se podía permitir. A los adolescentes junto a los que se sentaba no les importaría que cualquiera fisgara en sus banales comunicaciones (no había más que ver cómo contaban sus intimidades a voces por el móvil), pero él era un profesional riguroso que manejaba información confidencial, y le ponía fuera de sí tener que consultarla en público.

Había decidido darles una última oportunidad. Esta vez, se dijo, hablaría con un responsable, y le exigiría que le atendiera como es debido. Si no, se ocuparía de hacérselo lamentar. Inició por undécima vez el penoso trayecto que ya había recorrido en todas las demás llamadas: dar sus datos personales completos, volver a explicar el problema, recitar los números de reclamación que hasta allí le habían asignado, etcétera. Su insistencia y el tono imperioso de su voz acabaron obrando el milagro: al otro lado apareció un interlocutor sin acento, que parecía poder hacer algo más que atenerse al argumentario estándar con que hasta ese momento le habían venido despachando. Le trasladó su queja por el pésimo funcionamiento del servicio, lo amenazó con acciones legales por los perjuicios que se le estaban ocasionando y exigió una respuesta inmediata. Al otro lado de la línea se hizo un silencio y finalmente se le dio una explicación:

-La red de su zona no soporta la demanda actual. Se ha solicitado la ampliación, pero es un problema del proveedor de red, que no nos da la capacidad que le pedimos.

La pregunta le pareció tan obvia como obligada. Y la hizo:

-Entonces, ¿por qué venden el servicio, si no disponen de la capacidad de prestarlo? Es una estafa, ¿no se da cuenta?

-Lo siento, pero eso tendrá que plantearlo al servicio de clientes. Le transfiero la llamada. Presente una reclamación.

-Ya he presentado tres. Espere, quiero hablar con...

No le dio tiempo a decir más. Sonó un clic en la línea, entró la musiquilla de la campaña publicitaria de la compañía y un par de segundos después irrumpió una voz melosa:

-Hola, buenos días, servicio de clientes, le atiende Aleida Muñoz, ¿en qué puedo ayudarle?

Colgó. Ya no aguantaba más aquel cachondeo. Nadie se reía de él impunemente. Desde joven, siempre que alguien había intentado reírse de él, se había ocupado de hacérselo pagar. Él solo, sin pedirle ayuda a nadie. Sin demora. Sin piedad.

Sabía cómo hacerlo, normalmente. Pero en aquella coyuntura a la que el destino había tenido la crueldad de arrojarlo, no sabía por dónde hincar el diente. Estaba descartado, desde luego, recurrir al tortuoso camino que emprendían los ciudadanos probos y pusilánimes: poner una denuncia ante las autoridades o meterse en un pleito. Él no iba a dejar que sus asuntos vegetaran durante meses o años, mezclados en un pilón de papelote con las cuitas de una legión de infelices. Él era un buscador de atajos, un amante de la inmediatez y la contundencia.

Pasó toda la tarde devanándose los sesos. No durmió esa noche. Por la mañana, se levantó, se dio una ducha rápida y sin desayunar se fue al cibercafé para buscar la dirección de la sede de la compañía telefónica. La anotó con mano frenética en un post-it. Salió de nuevo a la calle y paró el primer taxi. Al llegar al pie del edificio, se dirigió sin vacilar hacia la entrada y se plantó con gesto desencajado ante el mostrador de recepción.

Tenía buena memoria. En su oficio era importante. Pidió ver al hombre que le había atendido en la última llamada. Era lo más parecido a un culpable que podía identificar. O por lo menos, alguien en quien podría tener sentido dar un escarmiento. La recepcionista le preguntó quién era y de dónde. Aquí dudó por primera vez. No tenía un plan claro. Y eso también era importante, en su oficio y en la vida en general. Improvisó una mentira. La recepcionista le pidió que aguardara mientras hacía una llamada. Al cabo de veinte segundos, se acercaron por su espalda dos hombres uniformados. No reaccionó con la frialdad que por su experiencia se le suponía. Y los tipos eran fuertes.

Otro error: llevaba encima el arma que había utilizado en sus últimos trabajos. Los periódicos titularon así la noticia: "Un sicario buscado desde hace meses por la policía, detenido cuando iba a reclamar furioso por un problema con el ADSL".

Leerla fue un consuelo para miles de clientes humillados.
Lorenzo Silva hoy en el pais.

A mi me ha recordado a Begbie en el final de Trainspotting, película que me marco una época, tanto que me llegue a leer el libro, y menudo descojone. Hace poco me lo intenté volver a leer y ya no me divirtió tanto (me hago mayor), pero me dio igual, el buen sabor de boca ya no hay quien me lo quite:

Un inicio genial, con un Iggy Pop sobervio:



Entrevista de trabajo a Spud, simplemente delirante.



Un final redondo, dejando a cada uno en su sitio.



miércoles, 23 de julio de 2008

A mucha honra!!

Tengo un amigo, que aparte de un destrozado del carajo con el que te partes el culo y de una grandísima persona, es un fiera en el apartado sindical. Y además muy honrado, tanto como para ser mi amigo jejejejjejej.

El caso es que hace ya años, cuando la lucha era muy intensa, le ofrecieron cubrir un puesto de Director General en la JCCM, a lo que él rápidamente se negó, entre otras cosas por considerar que desde una DG no se podía condicionar la política de personal de la junta, pero sin embargo ellos si podían condicionar la política de un Director General y por ende la suya propia (a cambio de varias prevendas; la JCCM si paga a los traidores). Y como es una persona honrada que no iba a aceptar pasar por ciertos aritos, decidió no aceptar el cargo.

Tiempo más tarde le ofrecieron ocupar un alto cargo en la organización en la que militaba hace muchos años y en la que tan buen trabajo desempeñaba y desde la que tanto incomodaba al poder. Él rápidamente vio que la organización ya no era lo que era y que el ofrecimiento iba con mucho, mucho truco. Y como es una persona honrada que no iba a aceptar pasar por ciertos aritos, decidió no aceptar el cargo.

A los años un antigüo compañero, con el que había luchado en muchas batallas y que ahora se encontraba en la trinchera de enfrente (la de los triperos, la de los amables y dóciles sindicalistas de hoy), le vino a recordar las dos ofertas con un; te dio miedo triunfar... parecido a lo de la viñeta.

Yo diría más bien, que le dio miedo vender su integridad y que prefirió sacrificar su ascenso personal, por mantener su lealtad a la que gente que representaba y que confiaba en él (todos ellos de la clase obrera).

Toda una lección de honradez.

PDT: ese amigo mío, a día de hoy y junto con otros compañeros ya no pertenecen a esa organización sindical: CC.OO, una pena y una mierda a la vez.
Fustafio

Karadzic y la Relatividad de los Crímenes

Es bien sabido: la Historia la escriben los vencedores. Y la padecen los vencidos, aunque eso suela mencionarse con menos frecuencia.

No he tenido jamás noticia de ningún bando bélico, sea del signo que sea, cuyo alto mando no integrara a personajes cuyas acciones despiadadas contra poblaciones civiles o contra prisioneros enemigos obligara a catalogarlos como criminales de guerra.

Todos ellos han sido siempre tratados en función del desenlace del conflicto.

Un ejemplo: la oleada de bombardeos que las fuerzas aéreas anglo-norteamericanas lanzaron contra la población civil de Dresde en febrero de 1945 causó unas 35.000 víctimas mortales, según los propios atacantes. La jefatura aliada trató de justificarse alegando que Dresde era un punto industrial clave, pero lo cierto es que sus bombas apenas afectaron al aeropuerto y las zonas industriales del norte de la ciudad. Se cebaron en los barrios más densamente poblados.

Al ex presidente de la República Serbia de Bosnia, Radovan Karadzic, se le acusa de la matanza de 7.000 personas en Srebrenica, a las que hay que añadir las víctimas del asedio de Sarajevo, que causó la muerte a 10.000 de sus habitantes.

Los carniceros de Dresde nunca fueron procesados: los vencedores tienen bula. Karadzic será juzgado y condenado como criminal de guerra: los perdedores están para eso.

Karadzic es una mala bestia, no me cabe ninguna duda, pero ¿qué no decir, por ejemplo, del ex secretario de Estado norteamericano Henry A. Kissinger? Resumamos su trayectoria: está documentada su participación en los sangrientos golpes de estado militares de Chile, Uruguay y Argentina; se sabe que fue inspirador y consejero en las operaciones de “desaparición” de miles de militantes de izquierda del Cono Sur; se conoce su implicación personal en los bombardeos secretos de Laos y Camboya, que facilitaron el acceso de los jemeres rojos al poder (dos millones de muertos); fue claro su respaldo a la dictadura indonesia de Suharto cuando ésta masacraba timorenses...

A esa escoria humana, arquetipo del criminal de guerra de cuello blanco, le concedieron el Nobel de la Paz. Jamás se lo han retirado.
Por Javier Ortiz,

martes, 22 de julio de 2008

Primer aniversario para el Jueves



FELICIDADES!!!

El escorpión

Acabo de leer en el Marca (visita diaria) el resultado de un de esas encuestas para rellenar hojas (incluso portadas), y que son tan carácterísticas de estas fechas.
El caso es que la de hoy iba sobre el "La mejor jugada de fútbol", adivináis cual es la ganadora?? Me parto el culo, como el pollo de la BBC.


Sin comentarios



Nada más que añadir. La indignación empieza a ser insoportable.

domingo, 20 de julio de 2008

Los Simpsons y la Marihuana


No hay serie en televisión con tantas referencias psicoactivas. Y es de rigor que empecemos comentando algunas de las muchas referencias cannábicas que contiene.
Marihuana


En Springfield el cannabis está, desde sus orígenes, muy presente. No es de extrañar, dado que el fundador del pueblo, el ilustre Jebbediah Springfield, cuando llegó a los terrenos que luego constituirían la ciudad, se dirigió así a los colonos que le seguían: "En este lugar construiremos una nueva ciudad, donde podremos celebrar nuestros cultos libremente, gobernar justamente, y cultivar vastos campos de cáñamo para fabricar sogas y sábanas"

Muchas son las muestras de la tradición cannábica de Springfield. Tenemos constancia, por ejemplo, de que el alcalde Quimby, en un armario de su despacho oficial, tiene una planta de marihuana a la que hemos visto regar a escondidas.

Al conductor de autobús, Otto, la chaqueta le huele permanentemente a hierba.

El director del colegio, Skinner, reconoció en un episodio: "En Vietnam olí bastante humo de marihuana".

La policía de Springfield no se escapa de inhalar cannabis: en un episodio en el que efectúan una redada contra un ciego que consume marihuana medicinal, toda la policía, empezando por el jefe Wiggum, acaban en casa del ciego, con los otros polis, fumando porros, y bailando al son de Bob Marley. Y eso pese a que el museo de la Policía en Springfield incluye en una de sus secciones un ejemplo de fiesta hippy con figuras de cera, donde podemos ver jóvenes con melenas escuchando música, fumando hierba y metiendo bebés en el horno, conforme una vieja leyenda urbana antidrogas.


Pero si centramos la atención en nuestra familia preferida, los Simpson, veremos que también allí está presente la afición cannábica. Vimos a Homer y a Marge, de jóvenes, en fiestas donde se usaban bongs. Incluso hay motivos más que fundados para sospechar que cultivan marihuana.
En un episodio, Lisa, disgustada porque unos promotores quieren cortar un árbol centenario, se presenta un día en el comedor de casa, donde Homer, Bart y Marge están comiendo, y dice, refiriéndose a su cruzada ecologista: "Ya estoy harta! ¡Voy a hacer algo!", y sale de casa. Homer, asustado, le dice a Marge: "¡Va a denunciarnos porque cultivamos maría!", a lo que Marge, enfadada, le contesta: "¡Homer! ¡Nosotros no cultivamos maría!". Entonces Homer, un poco paranoico, mira a un lado y a otro y dice: "¡Ah, sí, es verdad! ¡No cultivamos maría!", con tono de disimulo. Este cultivo clandestino explicaría los viajes a Holanda que, según otro episodio, hace Homer de tanto en tanto, si bien se da a entender que en realidad su vicio secreto son los tulipanes, cuando es sorprendido por una cámara de seguridad cuando los devora compulsivamente escondido en el lavabo.
En varías ocasiones los guionistas se burlan de la pretendida nocividad del cannabis. En una ocasión, el señor Burns rememora que en su juventud se infiltró en Greenpeace para poder denunciarles a la policía. Al desenmascarar sus planes, mientras los verdes son detenidos, les muestra un bong y confiesa: "Ja, ja... Y tenéis que saber que durante todo este tiempo sólo he fumado inofensivo tabaco".

En otro momento, en una película de McBain, se muestra una reunión de mafiosos, donde el capo di tutti li capi presenta a sus colegas una nueva droga de diseño, irresistible, que van a lanzar al mercado negro, y dice de ella, para estupefacción del resto de capos, que es "diez veces más adictiva que la marihuana".

Y la parodia adopta aires de profecía cuando en un capítulo de la serie vemos que, en el futuro, Lisa se ha convertido en presidenta de Estados Unidos. Bart, que se ha convertido en una especie de posthippy reciclado y bueno para nada, le pide: "Legalízala de una vez...", y Lisa concede.

Por último hay un capítulo en que Homer es operado de la vista y le recetan marihuana (medicinal). Sin saberlo firma una petición de Ned Flanders para prohibir todo tipo de marihuana y al darse cuenta, organiza un festival de rock para concientizar a los consumidores (con receta claro) de que deben votar en contra de la propuesta... pero dicha elección fue un día antes del festival, con lo que la ley de prohibición, sale adelante

Encontrado en Nodo50

Reseñas literarias

Mi extasis literario anual, que se suele resumir en la lectura de un libro para desatascar el tapón generado por la ingestión en época de oposiciones de tanto artículo de mierda de noseque ley, se ha visto prolongado con dos inesperadas y a la vez gratas apariciones.

En primer lugar y tras acabar “El tiempo y la memoria” de Julio Anguita (muy guapo) se presentó mi compañero Jorgito de Agricultura con un libro que soltó encima de la mesa con un seco: “te lo tienes que leer, te va a flipar”.

Y la verdad es que me ha parecido un pedazo de libro; cortito, intenso y profundo, “Los girasoles ciegos” de Alberto Méndez te cautiva desde la primera línea con cuatro historia sobre la derrota repúblicana en la guerra civil española. El libro por lo visto recibió varios premios entre los que se encuentran el Premio Nacional de Narrativa y el Premio de la Crítica de forma póstuma puesto que el tipo murió recientemente, y la verdad es que lo merece (yo por lo menos votaría por este, aún sin leer el resto).

El encuentro y la coincidencia en el fondo de la reflexión se produce en estos dos textos de La Historia casi Universal de “Espejos”, de Eduardo Galeano. Un libro genial.

Peligro en el camino

Alrededores de Sevilla, invierno de 1936; se acercan las elecciones españolas.

Anda un señor recorriendo sus tierras, cuando un andrajoso se cruza en el camino.

Sin bajarse del caballo, el señor lo llama y le pone en la mano una moneda y una lista electoral.

El hombre deja caer las dos, la moneda y la lista y dándole la espalda dice;

- En mi hambre, mando yo.

Última Voluntad

La Coruña, verano de 1936; Bebel García muere fusilado.

Bebel es zurdo para jugar y para pensar.

En el estadio, se pone la camiseta del Depor. A la salida del estadio, se pone la camiseta de la
Juventud Socialista.

Once días después del cuartelazo de Franco, cuando acaba de cumplir veintidós años, enfreta el pelotón de fusilamiento:

-Un momento – manda

Y los soldados, gallegos como él , futboleros como él, obedecen.

Entonces Bebel se desabrocha la bragueta, lentamente, botón tras botón, y de cara al pelotón echa una larga meadas.

Después se abrocha la bragueta:

-Ahora sí.

Hip Hop: Lesson One

Hablabamos ahí abajo de como Amy desperdicia su talento por el jako. Posiblemente en las antípodas se encuentre El Chojin, que en una entrevista muy amena e interesante nos da toda una lección sobre el hip hop para los que no controlamos el asunto.Lo que más me mola; que reconozca su condición de cantautor y el respeto que muestra hacia ellos.

Es curioso observar como dentro del hip hop, movimiento más que lastrado por el Negro-Malote-Crack, nos encontramos un tipo tan curioso y con la cabeza tan bien puesta como el Chojin.




Una de las canciones preferidas de Lucas.



Y una de las mías.

martes, 15 de julio de 2008

Vuelta al negro

Que el caballo mata el talento no es algo que vayamos a descubrir hoy aquí, pero no deja de ser una lástima ver como una voz tan prodigiosa y que transmite tantas sensaciones, se tire por la taza del jako.
Teno tentaciones de poner la lamentable actuación de Lisboa o el vídeo en el que sale to´puesta, pero paso. Prefiero quedarme con el sabor dulce de sus mejores momentos; grandes, enormes, a veces colosales...
Tocar la gloria para regresar al negro. ¿Volverá? solo la rehab lo sabe.




En un DIRECTO memorable en la BBC, donde la BANDA demuestra su poderío.



Atreviéndose con todo un clásico