miércoles, 14 de febrero de 2007

DE LOS INFIELES, LOS VIEJOS TERCIOS DE FLANDES Y DE COMO NOS CUENTAN LA PELÍCULA

Sin ánimo de oponer la más mínima resistencia, me deje atrapar por los encantos del sofá, después de una de esas comidas que te acercan al verdadero significado de la felicidad. Una fuente a rebosar de langostinos a la plancha había servido de magnifico preludio para la aparición estelar del plato fuerte del día. Los canelones rellenos de carne, con 3 centímetros de queso fundido por encima, le habían quedado a la Tili (me río yo de los chefs) de una forma espectacular; jugosos, sabrosos, crujientes, exquisitos… un autentico placer para los amantes de buen comer, un plato sencillo elevado a obra de arte. Y como la cosa estaba por que todo encajase, la elección del vino fue otro de los aciertos. Las dos copitas de “La Planta”, Rivera del Duero recomendación especial de la catadora oficial de la República Independiente de mi Casa (Estuve en el IKEA 2 días antes. Casi no lo cuento), se habían complementado perfectamente con los majares que había sobre la mesa, creando un plácido estado de somnolencia y desenfado. De esta manera no podía sino dejar hacer a mi cuerpo de una forma tranquila y sosegada, y que mejor forma que estar espachingao en un sofá amigo, a la caza y captura de algo interesante que ver en la televisión.

La primera ronda fue desalentadora, basura a punta pala, para los niños y para las niñas, para los grandes y para los pequeños… ninguna sorpresa por otra parte, por lo que rápidamente recurrimos al Digital +. Es ciertamente lamentable que la decencia televisiva, aunque solo sea mínima, cueste 30 € al mes. Pero en esta sociedad ya se sabe; el ocio cuesta una pasta, y como sea ocio con contenido, una puta pasta gansa… Lamentable, vergonzoso!!! Propongo una manifestación: Por el Derecho al Ocio Gratuito: Más SOMBRAS en verano, más TECHOS en invierno!!!

El caso es que echaban por el Plus “El Reino de los Cielos” de Ridley Scott. Yo tenía unos prejuicios enormes con la peli, que estuvieron a punto hacerme buscar algo interesante en otro canal (un partidito de la premier, por ejemplo). Pero la desidia (factor determinante en muchos episodios de mi vida) hizo acto de presencia y permitió, entre otras cosas que se escriban estas líneas. Los prejuicios no eran tan infundados. Para empezar había que tener en cuenta que el director había perdido casi todo el crédito, enorme crédito, que había acumulado con títulos de su primera época como “Bladde Runner” (1982), “Alien” (1979) o “Thelma & Louise” (1992), dirigiendo bazof
ias del estilo de “La tetonas O´neil”, o la patriotada barata de “Black Hawk, Denigrado”. En segundo lugar, había que tener en cuenta quien era el protagonista. Orlando Bloom, haciendo de caballero medieval??? Enciendan las alarmas, evacuen la nave, sálvese quien pueda… el guaperas de turno, que no creo que haya conseguido en su vida un puto papel por su capacidad interpretativa (“la belleza clásica” dicen… en fin), era el que tenía que centrar mi atención durante una hora y media, como poco. Un escalofrío me recorre el cuerpo entero, tengo que levantarme a por el mando, no esta tan lejos, puedo conseguirlo, levanta neo!!… y una polla, que sea lo que tenga que ser, pero yo no me muevo, que pierdo la postura, y ya se sabe; luego nunca es lo mismo.


Bueno, pues al final la peli tampoco está tan mal y Orlando Bloom se salva (no es Mortensen, ni de lejos, pero no pastelea demasiado), tampoco es ninguna maravilla, no se merece una tercera estrella pero la segunda la salva con honra, sobre todo porque tiene cosas muy curiosas que son dignas de mención. Para los amantes de las comparativas, hay que decir que si te gusto “Gladiador”, te gustará “El reino de los cielos”, para mí, incluso es mejor. Mejor en diversos aspectos, dentro del cual hay que destacar el del cierto rigor histórico, y según están las cosas, y tratándose de una película sobre las Cruzadas, donde la religión es la razón (formal porque como siempre en la trastienda es donde se cuecen los verdaderos motivos), poner a cada uno en su sitio es cuando menos un acto muy loable. Poner a cada uno en su sitio, o más o menos, consiste por ejemplo en empezar diciendo que los cristianos no eran unos angelitos caídos del cielo que pretendían librar al pueblo palestino de las hordas bárbaras musulmanas. En Palestina en las Cruzadas, como en Irak a día de hoy (curioso), la llegada de los occidentales, supuso una ola de muerte y destrucción difícilmente igualable. Los cruzados fueron saqueando todas las poblaciones que se encontraron en su travesía, matando a todo musulmán viviente (hombres, mujeres, niños y viejos) hasta la catarsis final en la toma de Jerusalén, donde no quedó un alma con vida… y eso, que es una verdad histórica, viene reflejado en la película.

Poner las cosas en su sitio, es por ejemplo, desmitificar a la secta de “Los Templarios”, elevados a las cumbres del olimpo por “El Código Da Vinci” como un círculo de intelectuales misteriosos, llenos de enigmas mágicos y que bla bla bla. Pues no!! eran unos carniceros fanático-religiosos que no hicieron sino amasar una fortuna a través de las guerras con los musulmanes (Las cruzadas, la reconquista, etc), y que fueron los principales causantes de las más despiadadas matanzas en tierra santa.

“Robin y Marian” de Richard Lester, película deliciosa apta para todos los paladares, narra el encuentro de Robin Hood (Sean Connery) y Lady Marian (Audrey Hepburn), después del regres
o de éste de la tercera cruzada, la de Ricardo Corazón de León. En ella hay una frase demoledora sobre la grandeza de los cruzados. Robín mira fijamente a Marian y con una voz que delata su honor mancillado le dice algo así como: “En Tierra Santa no hubo grandes victorias, la única que tuvimos fue una matanza en la que las mayores bajas fueron viejos y niños. Cuando acabó la batalla, los monjes justificando que eran hijos del diablo, se dedicaron a revisar las dentaduras de los caídos para arrebatarles así las piezas de oro que pudieran tener…” simplemente terrible!!! Por cierto, no me resisto a incluir una de las frases por la que está película ocupa un espacio especial en el corazón de todos los que la hemos visto, y por la que posiblemente la peli pase a la historia del cine. Marian (monja ella, desde que él se fue) a Robin (corto y pego de la Wikipedia): "Te amo más que a los niños, más que a los campos que planté con mis manos, más que a la plegaria de la mañana, más que a la paz, más que a la alegría, más que al amor, más que a la vida entera. Te amo más que a Dios”; como escarpias...

Pero además, poner las cosas en su sitio, es reconocer la grandeza Salah al-Din (Saladino en castellano) y en contraposición la torpeza del ejercito cruzado. “El Reino de los Cielos” narra bastante fidedignamente los episodios que precedieron a la toma de Jerusalén por los sarracenos, y como los cristianos despreciaron el liquido elemento y los robustos muros de Jerusalén en busca de un ejército que esperaba pacientemente a que el astro rey convirtiera en una gran parrillada ese conjunto de armaduras. Salah al-Din, mucho más inteligente, jugó magistralmente a ese juego del gato y el ratón, lanzando rodillos ardientes para aumentar la sensación térmica y crear así su propio infierno particular, y solo cuando decidió que los cruzados estaban lo suficientemente cocidos y deshidratados, lanzó un ataque fulgurante, demoledor, incontestable.

Salah al-Din era un hombre inteligente, osado, ambicioso, y con la suficiente habilidad como para lograr, en tiempos difíciles para los suyos, primero unir a su pueblo (ya lo dice el refrán: el pueblo unido…) para después plantar cara y derrotar lo que hasta entonces se había convertido en la mayor amenaza para su gente; Los ejércitos cruzados, símbolo de la barbarie religiosa, en su máxima expresión (y no es que me lo invente yo, está certificado históricamente, para quien lo quiera ver, eso sí).

Mi acercamiento a la figura de éste grande fue allá por el 2002, cuando empecé a preparar oposiciones (estamos trabajando en ello…), y en los desayunos, antes de la batalla con los amados-odiados apuntes, oíamos “La Otra Leyenda de Saladino”, que grande!!! Para los no afortunados, decir que era una serie dividida en pequeños capítulos (no más de 10 minutos) que se emitía todos los días en Radio 3, realizada por producciones Despertatroz y dirigida por el equipo de “Chichirichachi”, en una época en la que la radio pública se dedicaba a sembrar las ondas de programas con cuerpo como “Videodrome”, que centraba sus contenidos en una visión crítica de la realidad a través del cine (apasionante), o “El Mono Temático, que nos introducía de una forma muy entretenida en el mundo, desde entonces para mí, no tan aburrido de la ciencia. Pero esos fueron otros tiempos, hoy en día todavía se puede seguir oyendo buena música en R3, pero lo demás; el contenido, la diversidad, la capacidad crítica, la creatividad, la imaginación de otros mundos… el PSOE lo guardo en el baúl de los recuerdos al poco de su llegada al poder. Es curioso observar que lo que la derecha ni se atreve a tocar, la mal llamada “izquierda” lo desmonta sin complejos, a mi me apesta esa hipocresía política. “La Otra Historia de Saladino” relataba de una manera brillante, original, pero sobre todo muy divertida “la otra Historia” de las cruzadas, vividas desde el punto de vista de Saladino, en un camino vital que recoje los episodios más importantes desde su juventud hasta su vejez (quien la quiera que la pida, lo merece).

Pensar en la grandeza del Islam en la época de Saladino, me lleva a plantearme cual es la época más dorada de la península ibérica. Y no acepto como respuesta la época actual, pues aunque seguro que es cuando mejor se vive a nivel colectivo (a costa de un desequilibrio Norte-Sur indignante, por descontado), a nivel global, ejpaña no deja de ser pura mediocridad, por mucho que alguno intentara hacernos creer lo contrario poniendo los pies encima de la mesa oval, o haciéndose fotos en las islas atlánticas para intentar justificar lo injustificable. Así nos fue y así le fuel (como los hilillos del Prestige).

La época más dorada en la península ibérica, para mí, fue esa que transcurrió entre el siglo octavo y el decimoquinto. No, no eran cristianos los que dotaron de mayor prosperidad a estas tierras, más que les joda a muchos, fueron los musulmanes, en ese emirato y después califato omeya que dieron a llamar Al-Andalus.

En esta época, se alcanzaron las mayores cotas de riqueza económica (su agricultura y ganadería se convirtieron en una referencia mundial. No hay más que mencionar que su sistema de regadío subsiste en nuestro tiempo), de riqueza estética y cultural (sus jardines, paraísos terrenales, la
mezquita, la Alhambra, su poesía, su música…) y de conocimiento científico y filosófico (su escuela médica, su apertura religiosa en la que convivieron las tres religiones, sus ilustres pensadores; Averroes y Maimonides, sin ir más lejos). Por cierto, Maimonides, un cerebro privilegiado, fue expulsado de la península por los Reyes Católicos; esos intelectuales, que tanto venera Aznar, amigos del pacifista Torquemada y que pasaron a la historia por su belleza, tolerancia e higiene personal. Hay una frase que describe muy gráficamente la grandeza de Al-Andalus en su época, en referencia al resto de potencias vecinas, en este caso las europeas (todas ellas cristianas, dicho quede). La frase forma parte de la película, peliculón, Laurance de Arabia de David Lean, un diálogo entre el orgulloso sultán árabe y el astuto Laurance de Árabia (otro personaje fetiche para mi, con ciertas similitudes con Saladino y del que un día hablaremos más detenidamente y de la película, como no. Gloriosa, vuelvo a insistir), el sultán le comenta con respecto al estado de tribalismo, disgregación y atraso de las tribus árabes, algo así como: “No siempre hemos sido así Laurance. ¿¿Sabías que en Córdoba ya había más de dos millas de alumbrado público mientras Londres no era más que una aldea,??”.

Algunos me reprocharán: ¿¿como puedo ser tan frívolo, al dejar fuera de esta elección los siglos que vienen justo después, véase el siglo XVI y el XVII, que curiosamente coinciden con el llamado Imperio español, sobre todo de Carlos I y de su Hijo Felipe II (del resto mejor ni hablar), ese “en el que nunca se ponía el sol”, y ese, en definitiva, que concentraba la mayor cantidad de la historia de toneladas de oro y plata, y kilómetros de extensión bajo el dominio de la bandera española?? Pues muy sencillo, porque aunque sí pienso que dentro de esos siglos hubo una gran eclosión cultural, sobre todo literaria, en el llamado “Siglo de Oro”, con genios de la talla de Lope de Vega, Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo o Cervantes, también creo que la situación económica que se vivía en esa época no era sino la de la miseria más indecente para el pueblo. Porque no hay más indecencia que hacer pasar hambre a tu pueblo cuando las arcas están a rebosar de oro, de plata o de jamones ibéricos.

El Imperio español fue un imperio que despilfarró todo el oro y la plata de las américas en guerras estériles y estúpidas como la de Flandes, un imperio que no fue capaz de crear en su país una sola industria puntera, que destinó todo ese dinero a importar los productos que consumía en vez de a producirlos por sí mismo, y un imperio que no dudó en exterminar al 90 % de la población indígena que se encontró en el nuevo mundo. A mí, personalmente me merece muy poco crédito y muy poca gloria un imperio de este tipo, y lo que si que me produce es el mayor de los desprecios y de las vergüenzas. Desprecio hacia la clase dominante incapaz de gestionar dignamente un tesoro de tal magnitud y que podría haber contribuido a la construcción del bienestar a largo plazo de todo un país. Y vergüenza, porque todas esas riquezas no sirvieron sino para crear un manto de terror, muerte y desolación a su paso, han ido a Gante?? Vayan y vean para que servía ese inmenso tesoro, han ido a México?? Vayan y vean como se obtuvo éste…

En la historia hay muchos puntos de vista, y a veces el que se acerca más a la verdad no es ni el más bonito, ni el que más te gustaría. Quizás sea por eso que me hechizó tanto el “Alatriste” de Agustín Díaz Yanes. Porque apostó por no edulcorar la historia, fue valiente y relató la vida de
un gran espadachín, pero mostrando junto con su orgullo y dignidad su lado más vil y oscuro, y enmarcando su relato dentro de una sociedad que vivía tiempos de mierda. No dudó en reflejar las penurias que vivía el pueblo de Madrid, y de España entera, mientras barcos repletos de metales preciosos no hacían ni escala en Sevilla (puerto central con las américas), dirigiéndose directamente a los bancos de los países bajos, para pagar las deudas de guerra. Díaz Yanes podría haber dirigido una película al estilo “Los tres mosqueteros” o “El Zorro”, con un personaje sin contradicciones, casi perfecto, que ganara al malo y se quedará con la chica. O podría haber rodado una película llena de intrigas palaciegas, donde el lujo y la ostentosidad quedarán remarcados, con lo vistoso que siempre queda eso. Es la película más cara de la historia, te imaginas la presión?? Podría haber jugado a conservar, a ganar una pasta gansa mediante el taquillazo seguro, que sin duda le hubiera dado hacer una americanada made in spain. Pero no!! Eligió no edulcorar los libros de historia para narrar en imágenes lo que tan lúcidamente hizo antes Arturo Pérez Reverte, eligió hacer una película oscura, una película de personajes, una película difícil de digerir para el espectador medio (todo un lumbreras, por norma general), una película al fin y al cabo llena de DIGNIDAD histórica y cinematográfica. Por eso me gusta tanto “Alatriste” (por eso y por la pedazo de interpretación de Mortensen, que está inmenso. Ariadna Gil tampoco desmerece, sea de justicia) por eso la defendí tan vehementemente (que sus peros también los tiene; no es ni mucho menos redonda, tiene flecos, pero los picos que tiene son colosales), por eso la promocioné incansablemente, y por eso me alegro tanto de que más de tres millones de personas la hayan ido a ver; porque la calidad, y aunque sea por una vez, no está reñida con el éxito.

Fustafio

REGALOS CON ENCANTO I: LA MÚSICA.

Llegan (llegaban..) las navidades, fiesta del consumo desaforado, donde se gasta hasta lo que no se tiene y donde los excesos cobran un sentido casi místico. No pienso hablar del indecente desequilibrio económico que sostiene este consumismo occidental, allá la conciencia de cada uno. En lo que me voy a centrar es el hecho, casi obligación, de hacer regalos. A mí me gusta regalar y que me regalen, pero lo que no me gusta tanto es adquirir la imposición de tener que regalar sí o sí. Los regalos que más me gustan hacer, son esos que te encuentras sin buscarlos y que te hacen recordar de una manera especial a una persona querida. Para ello no hace falta gastarse una pasta, ni mucho menos, o sí, depende del regalo y de la persona. Pero lo que es imprescindible es que genere sensaciones curiosas en el regalado. El mejor ejemplo es el regalo que me hicieron a mí, un día cualquiera, de hace ya algún tiempo, cuyo precio no superó las 300 pesetas y cuyos sentimientos rebasaron los millones de latidos…

Vivía en Azuqueca (Patrimonio de la Humanidad), allá por mis años mozos, cuando recibí un sobre con matasellos de Jaén, sonrisa; cartita de Rocío. Por esa época teníamos la sana costumbre de destripar nuestros sentimientos, de tiempo en tiempo, en un A4. Sinceramente, recibir una carta suya era una de las cosas mas especiales que me podían pasar, no solo me alegraban el día, me alegraban la semana entera, me refrescaban el espíritu, me daban calor y lo mejor y mas importante; me cargaban las pilas para poder resistir una temporadita más esa escarpada etapa de mi vida. Pero éste sobre contenía algo más que palabras de ánimo y comprensión, su peso y tamaño dilucidaban alguna sorpresa añadida: música!!! Tres cintas (tiempos aquellos), con una nota: “Me ha costado decidirme, pero ante tu petición, te he seleccionado tres estilos para alimentar los tres elementos que integran la persona: una para el cuerpo, otra para la mente y la última para el corazón. Cual corresponde a cual, lo decides tú”. Diox!!!, mensaje con enigma, esta mujer es la oxtia…Debiera aclarar, que yo por aquella época ya había descubierto la seducción de la música, pero sólo a medias, apenas oía cosas que se alejaran del punk y el rock and roll (dentro de un amplio espectro, eso sí), por lo que necesitaba abrir la mente, expandir mis conocimientos, cambiar de tiesto en definitiva. Y a quien mejor para pedir ayuda, que a una mujer con espíritu renacentista en pleno siglo XX (aquellos maravillosos años…).

El primer descubrimiento fue The Pogues, (originalmente The Pogue Mahone, “bésame el culo” en Gaélico) mitad folk irlandés, mitad punk británico de los 80, “música para borrachos irlandeses, to
cada por borrachos irlandeses”, que dijo aquel. Un grupo capaz de resucitar a un muerto, de suplir el prozak por vena y hasta de hacer bailar en la cornisa a un suicida con principios, aunque sea por última vez… Tienen una canción, “Fiesta”, mamma mía, dinamita para las arterias, una bomba de hidrógeno en el corazón del estado de ánimo, una canción que a nadie deja indiferente, y con la que nadie acaba en su sitio, salvo que estés atado o seas un memo. Le das al play y sin apenas preliminares, un ritmo energético se te empieza a meter por las hendiduras de la entrepierna. La letra, una especie de spanglihs envenenado, te atrapa sin solución (I am Francesco Vázquez García, I am welcome to Almería…) y te das cuenta de que está cerca el baile de san vito (primo de “don vito” el de “la revuelta en el frenopático” de Kortatu, inmensos…). Y no sabes como, pero tus pies ya han empezado a seguir al bajo y a la batería, y notas como vas perdiendo el dominio de tu tren inferior, la rebelión está cada vez más cerca, las rodillas, las caderas, el cuerpo entero sigue el ritmo… no hay nada que hacer, el control está perdido, solo puedes cerrar los ojos y dejarte llevar… Y de repente; las trompetas revientan la canción y gritas!! y sigues bailando, da igual todo, solo quieres descargar tus energías. Nada existe, nada importa, sólo estás tú y esos malditos borrachos que te han hecho perder el control hasta llevarte al éxtasis musical… cuando acaba, solo puedes decir lo mismo que Kjell Bjarne en “Elling”: Me cago en la putaaaaa!!!

Exagerado?? Pues ya verás la segunda… Siempre había pensado que el flamenco consistía en algo así como: Coger un texto de Lorca, poner a un gitano en una silla de madera y retorcerle los cojones hasta llevarle al borde del desmayo (sin ánimos racistas. No me gustaba, punto). Qué estúpido, que ignorante, que falacia. La segunda cinta me demostró que el flamenco es una música de raíces, cargada de momentos intensos, profundamente emotivos y con una fuerza difícilmente igualable. La cinta se componía básicamente de dos LP´s de José Mercé. El primero, “Del Amanecer”, es una obra maestra compuesta por Vicente Amigo, músico que todo lo que toca lo convierte en oro, como el disco “Me voy contigo” de Remedios Amaya (sí, la de la afamada “Quien maneja mi barca” de Eurovisión), que también estaba en la cinta y que se sale por todos los lados. Y el segundo, “Aire”, un muy buen disco, con canciones muy interesantes, como la versión bordada de “Al alba” de Luis Eduardo Aute (para que una versión sea válida, debe mejorar o aportar algo nuevo a la original, y ésta lo hace).

Pero la guinda de la cinta la ponían la primera y la última canción de la cara A. Ocurrió en el cuarto de mi hermana, el mío había quedado como una trinchera de la I Guerra Mundial. La cadena estaba en la estantería, metí la cinta y me quedé de pie, creía que con los
Pogues había aprendido la lección, craso error. Pulsé en el triángulo isósceles, di dos pasos atrás y me preparé para lo que pudiera venir. Cerré los ojos y me puse en situación, abróchense los cinturones, que vienen curvas; se escucha un murmullo intenso que delata la expectación de un auditorio a reventar, suenan tímidos aplausos y tras un silencio sepulcral, un ritmo de guitarra comienza el encantamiento. Acordes simples, sin virtuosismos, pero llenos de contundencia y de ritmo, labran el terreno para que una voz prodigiosa e incontenible aparezca en escena, y haga que el mundo se detenga, que el tic tac se pare, que la sangre se hiele. Un escalofrío recorre mi cuerpo con la intensidad de un terremoto de grado 12 en la escala Ritcher, los músculos se me agarrotan hasta el punto de hacerme perder el equilibrio, y cuando llega el estribillo (“Ay como el agua, ay como el aguaaaaa”) no puedo más y no encuentro otra manera de desahogo que echándome a llorar. Llorar a moco tendido, como un niño, como una magdalena. Un llanto purificador que te llena de paz y de armonía, que te relaja, que te sosiega y que abre los poros de tu ser, que se preparan para absorber la esencia de esos nutrientes que alimentan el alma. Y la canción sigue su curso “y los sueños toman la forma de música y la música de duende, y todo es magia y sortilegio…”

Retomé mi posición natural, la horizontal, y deje sonar la música. Cuando me recuperé, bajé a la cocina, me esmeré en las preparaciones de una cena suculenta y una vez repuestas las energías, me marché a despejarme al cobijo de las farolas del parque de “La Ermita” (segunda casa para mí). Cuando los OCB dejaron de cumplir su misión, puse rumbo a casa, me quedaba una cinta y estaba impaciente por saber que me depararía el destino. Esta vez no estaba dispuesto a dejarme sorprender, sería en la cama, arropadito, y que sea lo que tenga que ser. “Diálogos con la Música 2”, dos Cds llenos de música instrumental contemporánea mezclada con muy buen gusto, era lo que aguardaba pacientemente en su estuche TDK. Me acoplé, tomé aire y pulse el botón que daba paso al jardín de las delicias. Una mano pasea los dedos por las teclas de un piano, hasta convertir cada acorde en una caricia, en un susurro delicado que refresca el espíritu, que libera la mente. La música se convierte en imágenes, y las imágenes hacen que las palabras sean prescindibles en este banco de madera que se ha construido para que puedas disfrutar de la belleza del acantilado, y la mar en calma te arrastra hacia el descanso merecido, tonificando la mente estresada por un ritmo de vida insatisfactorio y abandonas el banco para surcar las nubes, cual pájaro en su perenigraje anual hacia tierras más cálidas, y cierras los ojos y disfrutas del plácido descenso hacia el mundo de los sueños, sueños regados en vino dulce, bajo el influjo del perfume del jazmín y el romero de este patio cordobés en una al-Andalus todavía libre de las hordas cristianas...



Fustafio

LOS EDUKADORES Y LOS HOMBRES QUE NO CAMBIARÁN NUNCA




Hay películas que marcan, al igual que hay canciones que del impacto pueden llegar a ser un peligro para la integridad física. Recuerdo que la primera vez que oí a Kroke (Acordeón, contrabajo y Tomas Kuturba al violín. Mágicos, sublimes.), me pilló en el coche camino de casa, después de una pesada jornada de trabajo. Fue Trecet, ¿quién sino? el que pulsó el botón rojo; comenzó a sonar el violín y un in crechento embriagador se fue apoderando poco a poco de mí. Cuando la canción tomó el cariz de obra maestra, cuando se descubrió como una genialidad absoluta, cuando el ritmo era tal que mi corazón dejó de latir para pasar a rugir con una violencia vital totalmente inaudita, me di cuenta de que la recta se acababa, de que había que hacer algo, de que me la pegaba sin remedio. Estaba totalmente paralizado, la curva se acercaba implacablemente a una velocidad constante y mi mente era incapaz de atender a otra cosa que no fueran los acordes vertiginosos que esos músicos geniales lanzaban a mi línea de flotación. Por fortuna, mi cuerpo es una República Federal en la que cada parte hace lo que le place, y en el último instante a mis manos (sin permiso previo, ni falta que hacía) les dio por girar el volante a la izquierda, para librarme así de un oxtión considerable… ufff por los pelos!!

Con el cine, la experiencia es bastante más segura (amigo sofá, cuanto te debemos), pero no por ello menos impactante. El sábado pude disfrutar de uno de esos momentos, una película que te llega al alma, que te carga las pilas, que te sube la moral: “Los Edukadores” de
Hans Weingartner, manchego de toda la vida él, que está protagonizada por Daniel Brüm (este sí, “Good Bye Lenin”, “Salvador”) y otros tres desconocidos para nosotros, no tanto para el público germano, y que se salen por todos los lados. Supongo que la sensación que tuve al ver semejantes interpretaciones, fue similar a la que pueda tener un alemán la primera vez que ve actuar a Eduard Fernández, Eusebio Poncela (Seeeebio), Ana Fernández y demás; “¿y esta gente de donde ha salido?” te preguntas, “Pues resulta que llevan toda la vida”, y piensas; ¿cuantos sabores nuevos y maravillosos dejaremos de catar por culpa de la industria de los cojones?. En nuestro menú tenemos actores insípidos americanos (muy monos todos, para mí no tanto) hasta en la sopa, pero las delicatessens europeas no nos llegan sino con cuenta gotas. Una lástima?? Un insulto al buen gusto, mas bien.

“Los Edukadores” hace una apuesta formal arriesgada, si tomamos por arriesgado sacrificar recursos técnicos en pos de que el espectador se centre en el contenido de la historia. Al más puro estilo DOGMA 95 (nunca estaremos lo suficientemente agradecidos a esos locos daneses, que revolucionaron el cine contemporáneo a través de la castidad formal dentro de la creatividad absoluta) las cámaras en mano acompañan los pasos de los protagonistas, se elimina la luz artificial y se elige una cámara digital (no profesional) para rodar una gran parte de las secuencias (“make your self”, hazlo tu mismo, nos susurra el director al oído).

Vivimos tiempos oscuros, llenos de sombras siniestras (o chinescas como en Matrix) donde las conquistas sociales, conseguidas con la lucha, el sufrimiento y el sacrificio inagotable de las generaciones pasadas, están siendo liquidadas a un ritmo vertiginoso. El sistema capitalista, se ha convertido en un depredador voraz e insaciable, sin que haya ninguna fuerza capaz de contrarrestarlo y lo que es más grave; sin que haya una conciencia social que permita activar un foco de resistencia. La gente esta resignada ante los acontecimientos, narcotizada por la basura que descarga la televisión de su salón a diario (el enemigo en casa), sin valores que les permita discrepar, y lo más preocupante, sin unión, sin compañerismo, sin solidaridad. Fríos como el témpano, solos dentro del individualismo competitivo que propone el sistema como método de ínter actuación (“El método”, precisamente, es una película en la que Marcelo Piñeyro incide muy lúcidamente en ese tema), y lo que es más gracioso; dentro de un consumismo desaforado, fuente principal de placer en el capitalismo, que no nos convierte en más que en unos infelices, incapaces de llenar el vacío que hay en nuestro alma.

“Los Edukadores” ofrece un discurso agresivo, nada complaciente, directo a la conciencia, en el que no duda en llamar a cada uno por su nombre y en el que demuestra que el compañerismo (en este caso a través de la amistad sincera y sin reservas) es el manantial del que debe beber la RESISTENCIA, si quiere enfrentarse con una mínima probabilidad de éxito al Leviatán Capitalista. “El primer paso es ser libre, el segundo actuar. El primero lo puedes dar sólo, pero para el segundo necesitas aliados”, sentencia Jan en la película.

La película define claramente los polos desde donde se articulan los discursos ideológicos en la actualidad, por norma general. Por un lado, tres jóvenes, inteligentes, concienciados y con ganas de acción, que como al resto, no se le ofrecen mayores expectativas que su sumisión a las condiciones cada vez más asfixiantes que ofrece el sistema (si la peli fuera española la situación sería bastante más dramática; sin curro estable, con sueldos ridículos, sin posibilidad de acceder a una vivienda digna, sin futuro ninguno…). Y de otro lado un empresario-ejecutivo, que vive en una abundancia indecorosa dominada por un consumo de artículos de lujo desbordado, construido en base a unos beneficios personales desaforados, que no se sustentan sino a través del desequilibrio de la balanza del reparto de la riqueza nacional-mundial; lo que a muchos le falta, unos pocos lo despilfarran (el 80 % de la riqueza mundial en manos del 20 % de la población).

“Es como Matrix: una vez que lo ves no puedes vivir en él” reflexiona Jan. No estoy del todo de acuerdo, aunque lo respeto escrupulosamente, porque escrúpulos hay tener para soportar la realidad que nos ofrece la situación actual, pero considero que estar al margen, y por tanto autoexcluirse, no favorece sino el trabajo de marginación que se pretende hacia las líneas de oposición. Aún así, su coherencia y compromiso, infunden un halo de esperanza; no todo está perdido!! Todavía hay gente dispuesta a lucharla. Con el ánimo de desanimar y adormecer al pueblo, para así adoctrinar más fácilmente, y conseguir los objetivos marcados, se articula el discurso envenenado de “¿Para que organizarse y resistir? si ya se intentó antes y no se consiguió nada”, (que a mi me suena al “Cierra los ojos y disfruta” de los violadores). Nuestros compañeros responden con un contundente “la ideas buenas son las que perduran, y son las que debemos retomar”, usease; cojamos las grandes ideas, aprendamos de los errores, unámonos y volvamos a la carga…Sinceramente creo que el discurso más Humanista que se puede hacer a día de hoy, no es otro que el que se articuló hace más de dos siglos (viejas ideas, nuevas personas) allá por las tierras galas: “Liberté, Igualité y Fraternité” (expresado con una magnifica lucidez por Federico Luppi en “Lugares Comunes” de Adolfo Aristarain).

El enemigo, no es un ente abstracto sin forma, tiene nombre, tiene cara, y lo que es peor tiene un Estado a su servicio, que lo legitima y lo protege. Porque la realidad actual, por mucho que duela, es que las democracias occidentales están sometidas a los intereses comerciales de las grandes multinacionales, que determinan la política interior y exterior de los Estados y que de ninguna manera permitirán un cambio en el sistema de juego. Ejemplos sobran, pero posiblemente el más sangrante sea el de Venezuela, sometida continuamente a un acoso y derribo por parte de los países abanderados del liberalismo salvaje, aún a pesar de contar con un sistema democrático avalado por el mismísimo Jimmy Carter (ex presidente de EEUU), que no es ningún sospechoso de ser un marxista revolucionario. Y mientras el “Dictador” Chavez es elegido por el pueblo, asesinos contrastados como el Sr Obiang se pasean con todos los honores por las instituciones españolas, a cambio eso sí, de un suculento contrato para REPSOL IPF en Guinea Ecuatorial ¿Quién manda realmente en tu país?

El dinero protege al dinero, lo que genera una seguridad y una tranquilidad pasmosa entre la Clase pudiente, que les permite aislarse en su país de las mil maravillas y olvidarse así de las consecuencias que esa política de desigualdad provoca en el resto de la sociedad. Los personajes de “Los Edukadores”, nuestros héroes (que cojones), no están dispuestos a aceptar esa impunidad y sus acciones irán encaminadas a alterar esa tranquilidad, introduciéndose en sus casas, descolocando sus preciados y lujosos bienes y dejando bien claro con sus notas, que no son ladrones comunes, sino mucho más, agitadores de conciencias: “Vuestros años de opulencia, han llegado a su fin” reza una…

Del resto de la película, prefiero no hablar, mejor que la veáis, pero os puedo asegurar que sorprende muy gratamente. La trama es muy buena, las interpretaciones muy creíbles, el discurso muy sólido y el desenlace… el desenlace es lo mejor de todo. Como dije al principio y vuelvo a repetir al final, “Los Edukadores” es una película que te llega al alma, que te carga las pilas, que te sube la moral… que la disfrutéis!!!

Fustafio

EL CASO BOURNE, EL HÉROE SIN ESFUERZO


Ayer vi en Antena 3 (2 horas de peli, tres de sofá, aunque nada como el “Señor de los Anillos”: acampada en el salón) “El caso Bourne”, la sinopsis de la película de una página semi-oficial es:

Jasón Bourne (Matt Damon) es encontrado medio moribundo por la tripulación de un pesquero italiano, con dos balas en la espalda, un número de cuenta de un banco suizo y ningún recuerdo en su memoria. Tendrá que averiguar los secretos de su propia identidad descubriendo una verdad mortal: es un agente de élite del gobierno, un arma de 30 millones de dólares en la que sus antiguos jefes ya no pueden confiar, e intentan asesinar.

La peli dentro de su género no está nada mal (reposa bien, nada más acabar de verla hubiera dicho “no es lo peor que he visto”), tiene acción bien encajada y sin estridencias, un mínimo de intriga basada en un guión bien estructurado, sin apenas lagunas y con un argumento de pseudo espionaje con un final que aunque predecible queda bastante digno, y por supuesto un macizo y una tía buena, que aunque no son manjar para mi paladar, dan un toque sensual curioso.

Echadas las flores, entremos en las carencias, refritos y pegas que para mí, siempre para mí, tiene esta peli en particular y las películas de acción en general, con excepciones notables, off course.

La principal carencia del género, mal endémico, es que los personajes suelen ser como el encefalograma de Rocío Jurado; planos de solemnidad, sin matices, sin evolución interior según se van desarrollando los acontecimientos, sin contradicción alguna (que gusto mondeu, que claro lo tienen todo), dilemas simples, sin comeduras de tarro: buenos contra malos, blanco frente a negro… y el gris?? venga coño!! que esto es hollywood. Tengo que confesar que es uno de los lastres más pesados a la hora de decidirme por una película de este tipo, puede que venga de un trauma infantil, provocado por la ingesta indiscriminada de títulos protagonizados por infames iconos masculinos como John Wayne, Chuck Norris, Stallone y su puta madre en verso.

Cierto es, que en “El caso Bourne” no ocurre del todo lo antes denunciado, porque aunque la historia gira entre los buenos (mattias y la piba) los muy malos (el núcleo duro de la CIA) y el que pone el punto mediador (el jefe de la CIA que supuestamente no sabe nada pero es responsable del proyecto), nuestro amigo Jasón tiene una cierta evolución desde lo que es antes de despertar sin tener ni puta idea de quien es, hasta que se da cuenta de que es una asesino a sueldo del Gobierno Americano, y de que el temita no le mola un pelo (sibilina denuncia al terrorismo de Estado???). La lástima es que aunque el personaje evoluciona, la interpretación no mucho, pero en fin, es lo que hay, Matt Dammon da lo que da (igualito que Mortensen).

El guión ya he comentado antes que esta bien estructurado y que no tiene apenas lagunas, pero no pasa de ser correcto. No arriesga, no innova, no sorprende, es como un nuevo LP de los Rolling; esta bien, pero ya lo has oído mil veces. Digo esto porque los puntos más fuertes del guión son recursos ya utilizados en otras películas, con un éxito taquillero contrastado, que para eso estamos. Las dos películas de las que bebe, son dos cualquiera: The Boxer y The Matrix.

The Boxer es una pedazo de película (innegociable), guión redondo, con trasfondo político reflexivo, en el que la dignidad de Danny Flynn le eleva al estadio de HÉROE (sí, con mayúsculas). De las interpretaciones ni hablamos, Daniel Day-Lewis (menudo crack), que suele realizar un ejercicio de empatía espectacular con el personaje que interpreta, vuelve a no decepcionar a nadie. Las similitudes con “El caso Bourne”, son en cuanto al esquema argumental de la historia. Así, en la presentación, las dos historias empiezan desde un punto y aparte a una vida pasada oscura, de la cual quieren salir y de la que no les dejan; en una sale del talego con ganas de reconstruir su vida, en la otra estamos de amnesia, pero cuando descubre que es un asesino a sueldo, quiere dar un chinpum, al cual no están dispuestos a llegar en la CIA. El desarrollo de la trama es calcadita, joder tan calcadita que el que el actor que hace de punto de equilibrio entre los extremos (responsable de la CIA, que discrepa con el otro hijo de puta) es el mismo actor (Brian Cox: pedazo de crack too, que también sale en “Agenda Oculta” de Ken Loach. En las tres mismo perfil de mediador, pero no por ello menos admirable). Del final, y con el ánimo de no destripar no voy a hablar, pero el que ha visto la una que no espere sorpresas en la otra.

Uno de los mayores aciertos que tiene Matrix, que son muchos y variados, es la forma en que tiene Neo de aprender las técnicas de lucha; te conectan a un programa y en 2 minutos plasss “ya sé kun fú”, fácil, cómodo, aséptico, una gozada, no requiere ningún esfuerzo y eso hace que los espectadores base (es decir los niñatos de mierda, ignorantes como ellos solos), se metan en el papel iso facto, “yo también lo puedo hacer”, (nos ha jodido, no tiene mayor mérito, lo podrías hacer tú y mi tía Carola también. Un encanto por cierto). Sigo diciendo que es un acierto, una fórmula brillante, a mí también me gustaría poder hacer lo mismo, sobre todo en época de oposiciones, pero al final te das cuenta de que lo que vale es dejarse las horas muertas frente al papel. En “El caso Bourne” se utiliza el mismo esquema; te levantas por la mañana y de repente te das cuenta de que eres capaz de meter oxtias como panes, analizar el entorno en un segundo y medio y encima tienes un número de cuenta de un banco suizo en el que hay una pasta gansa… y todo, obviando el esfuerzo personal que supone conseguir esas cualidades. Una bomba!! Los bakalas babeando; “yo quiero ser como Jasón Bourne”, despierta Neo!!, que son las 6 y la hipoteca no se paga sola, y menos con lo que cobras (aterriza, piensa… sí, joder piensa!!).

El resumen; pues que la peli no esta mal, que se deja ver bastante bien, y que si sirve para que se vean las otras dos mencionadas, pues éxito rotundo. Aún así, sigo creyendo que hay películas de acción-aventuras mucho mejores, como: Alatriste (película fetiche, compleja, profunda, un retrato histórico nada edulcorado del imperio español y que se merece un comentario para ella sola), Master and Commander (Enorme, con una puesta en escena intrépida y con una intra-historia muy interesante sobre la amistad entre el capitán y el médico. La música gloriosa) y una que aunque no es de aventuras, si que recoge lo que para mi es un súper-héroe: “Los lunes al Sol” (sin palabras).

En cuanto a John Wayne solo comentar que el hombre vivió con la certeza de quien era su madre biológica, hecho que le conducía irremediablemente a plantearse la cuestión con respecto a su padre, Johny optaba, de manera instintiva, por echar una primitiva (por eso de la probabilidad de acierto….).

Fdo: Fustafio