AGUR MOLINA

Afortunadamente la gente hizó caso y le mandó a tomar por culo, dejando desconsolados a todos los nostálgicos de otros tiempos, y con los votos de IU para que joda más, a ambos lado del mediterráneo, que en el psoe también hay tela que cortar...

Aquí un tierno abrazo con Blas Piñar

A los empledos publicos de la capital del amperio, ya nos jodió y bien jodidos en nuestros pírricos sueldos. Aquí la respuesta sindical, desde la aldea de asterix en cc.oo. en toletum (algún día hablaremos más detenidamente de lo que allí se cuece):

LA DEUDA DE TOLEDO Y LA IMPOSICIÓN DE LA O.R.A.

José Manuel Molina, ese gran desconocido

José Manuel Molina es una persona sencilla, sin misterios, que todo el mundo puede conocer (aunque pocos comprender) y que tiene un toque familiar difícil de explicar. Porque aunque como alcalde de Toledo puede verse como una figura elevada a los altares del poder, siempre es fácil encontrar una persona cercana, incluso amiga, que reúna un patrón de comportamiento similar al suyo.

En todos los círculos de amistades se manejan distintos roles: existe el guapo, que sin necesidad de realizar el más mínimo esfuerzo levanta expectación allá por donde va. Suele haber un gracioso, que dependiendo del grado de inteligencia y acidez puede ser una fiesta descomunal o una plasta inaguantable. Y está el Manos Rotas, ese al que le dura menos el dinero en los bolsillos, que el agua del Tajo en los pantanos de Castilla-La Mancha.

Un manos rotas tiene un verdadero problema, ya que puede fundirse en un santiamén, un dinero que ha constado enormes sacrificios acumular (sobre todo si tiene acceso ilimitados a esos fondos). Un amigo mío (muy buena gente) lo solucionó ordenando al banco desviar directamente una cantidad de su sueldo a otra cuenta, además de no llevando nunca encima una tarjeta de crédito (y funciona, de verdad). Pero si el dinero no es tuyo sino de los ciudadanos, la cosa se pone mucho menos simpática, ¿Qué pasa si un Manos Rotas llega a alcalde y sus decisiones nos afectan a todos?

Si no sabes gastar, aprende a recaudar

José Manuel Manos Rotas Molina, sin saber muy bien como, ni en qué (la ciudad está como está), ha visto como las arcas del ayuntamiento se han ido tiñendo de un rojo escandaloso, hasta elevar la deuda actual a más de 16 millones de euros, lo que se traduce en una deuda per capita de más de 200 euros: ahí es nada.

Para intentar paliar esta situación el equipo de gobierno municipal, con Manos Rotas a la cabeza, diseñó un plan de recaudación que les sacará a flote lo antes posible, lavando así sus vergüenzas presupuestarias. Pero en política no existen los milagros, y para reducir una deuda pública solo hay dos caminos posibles: ajustar los presupuestos, reduciendo el número y la calidad de los servicios públicos, y realizar una subida de impuestos (directos o indirectos). Manos Rotas y los suyos utilizaron y siguen utilizando las dos vías.

Sangra a la gente, pero maquilla la herida

Como lo ha hecho es fácil de explicar: aprovechando una democracia tan poco participativa como la nuestra, donde la opinión de los ciudadanos solo se tiene en cuenta cada cuatro años, Manos Rotas y los suyos han administrado su mandato de una manera despótica (abusando de su poder o autoridad), para tomar medidas contra el interés general, al margen de la opinión pública (hubo protestas, concentraciones y una manifestación) y de los compromisos alcanzados en la campaña electoral (la no subida de impuestos fue una punta de lanza del PP).

La teoría dice que estas decisiones se hay que tomarlas a principio o mediados de legislatura, con la esperanza de que el paso del tiempo y las obras de pre-campaña sirvan de olvido y de bálsamo para salir elegidos en la siguiente votación.

El caso es que Manos Rotas Molina pretende asfaltarnos la memoria de una gestión tan nefasta, alquitranando todas las calles de la ciudad (más derroche, más deuda…) para tapar, entre otras, una actuación que merma nuestros derechos económicos como trabajadores de la capital y de la que el señor alcalde es el máximo responsable: la implantación de la ORA.

La ORA, ese impuesto de lujo

La O.R.A no es sino una tasa que grava a los trabajadores de la Capital por el lujo de asistir en coche a su puesto de trabajo. Un impuesto indirecto, por supuesto, en el que paga lo mismo un currito de a pie, que el presidente del Banco Santander. Que se eligiera esa fórmula no es ninguna sorpresa, porque si algo tiene claro el Sr Molina, es que los impuestos directos se basan en la progresividad, por lo que el que más tiene, más paga. Algo que nunca permitirá el PP allá donde gobierne.

Los argumentos que el PP dio para la instauración de la ORA fueron mentira, ya que la ordenación circulatoria sigue exactamente igual. Nada nuevo en el PP, ya estamos acostumbrados a mentiras escandalosas, como las de la intervención en la guerra de Irak, las de la autoría sobre el 11-M, o las del reciente intento de pucherazo en Melilla (PP en estado puro).

Aunque posiblemente lo que más clamó al cielo fueron unas etílicas declaraciones que se produjeron esos días, en defensa de la ORA: “no sé porque hay que ponerse así, si total son 2 cañas”. Las hizo el Señor Vañó, gran propulsor de la idea, amigo íntimo de Manos Rotas Molina y con un sueldo de Parlamentario Nacional. Sin hip comentarios hip.

Servida en plato frío

Pero esta democracia tan poco participativa tiene sus momentos mágicos y el 27 de mayo es uno de ellos. Ese día nos volveremos a acordar de usted y de su partido, igual que lo hacemos todas las mañanas dando vueltas buscando aparcamiento, o todas las tardes cuando vamos de camino, de paseo, o de travesía, en busca de nuestro coche. Y cuando estemos frente a las papeletas, tendremos muy clara cual es nuestra no-elección.

Fdo: Fustafio