lunes, 30 de marzo de 2009

Sobre leyes injustas y necios como Bono

En tres décadas de democracia han pasado por el Congreso todo tipo de personajes. La mayoría, políticos preocupados por cumplir honestamente su trabajo. Pero también felones y necios. En estas categorías hay dos sujetos que destacan por encima de todos sus pares: José María Aznar y José Bono. El primero nunca debió pasar de inspector de Hacienda en Logroño, mientras que el tope profesional del segundo era ser secretario del Ayuntamiento de Salobre. Que Aznar haya llegado a La Moncloa y Bono sea presidente del Congreso demuestra cómo, en ocasiones, los dioses ciegan a los hombres. De ambos ojos.

La penúltima necedad que se le ha ocurrido a Bono es rechazar la reforma de la Ley Electoral que propone el Consejo de Estado con el argumento de que “no se debe pretender ganar en las leyes lo que no se gana en las urnas”. A ver, melón, eso es precisamente lo que ocurre ahora y lo que la reforma electoral debería corregir. Cualquier persona que sepa sumar, restar y sacar un porcentaje, llega a la conclusión de que PSOE y PP ganan gracias a “las leyes” escaños que no ganan en “las urnas”, exactamente lo contrario de lo que le ocurre a Izquierda Unida. La legislación actual es tremendamente injusta y debe ser modificada, porque no es admisible que los dos principales partidos logren un diputado por cada 60.000 votos, mientras que IU obtiene un escaño por cada medio millón de papeletas.

Como hay pruebas de que Bono sumar sí que sabe –lleva años sumando patrimonio, incluida una hípica cuyas facturas son tan escurridizas como las de los trajes de Camps-, sólo cabe concluir que el presidente del Congreso quiere engañar a los ciudadanos. El muy necio.
Genial la Trichera digital

martes, 24 de marzo de 2009

Nuestro pequeño Guantanamo

Un hombre entra en un cuartel militar. Es interrogado, golpeado violentamente en múltiples ocasiones, objeto de trato inhumano y degradante, obligado a pasar horas de pie de cara a la pared con una capucha en la cabeza y a dormir en el suelo como si fuera un perro. El suplicio dura cuatro días (hoy domingo 22 de marzo se cumplen cinco años) hasta que es trasladado a un penal de máxima seguridad, donde pasa 11 meses de su vida. Es liberado porque no existe una sola prueba contra él.

Estos hechos no pasan en una prisión estadounidense ni en Guantánamo, ni tampoco en un país dictatorial africano ni en un centro para criminales reincidentes. Ocurren en un acuartelamiento español, exactamente en Base España de Diwaniya (Irak) entre el 22 y el 27 de marzo de 2004. La víctima se llama Flayeh al Mayali, un traductor muy conocido entre los militares y periodistas españoles. Es, sin duda, nuestro Guantánamo particular.

Más en Nuestro pequeño Guantánamo de Gervasio Sánchez, encontrado en La boca del lobo

lunes, 23 de marzo de 2009

Campañas de ida y vuelta

La iglesia lanza una campaña oscena contra el aborto, que para bochorno del Gobierno Zp está financiada con dinero público. Desde Las Linces se les responde con imaginación e ingenio gratuito:



Verdades como Puños



Notáis la diferencia con el discurso que tenía Iu hace solo unos meses?? Hablando así de claro puede que todavía haya futuro, para la Izquierda y para los trabajadores de éste, todavía nuestro país.

"Hay que enfrentarse a los ricos, al modelo económico, al poder económico, hay que enfrentarse al Sistema" Salud Cayo!!

DESPERTARES

Descansar un ratito en la siesta tiene innumerables ventajas, como no tener que arrastrar el cuerpo indignamente para acabar el día. Echársela sin tele potencia el descanso por 3 (ni documentales de la 2, ni telebasura radioactiva, ponme musiquita por favor...), y si tienes un poco de suerte, puedes incluso llegar a despertarte tal que así:


Una meditación para hoy

Lo del Maledicto XVI interpretando maliciosamente al revés el papel del preservativo en la lucha contra el SIDA en África me recuerda el chiste de la estadística sobre accidentes de tráfico. Dice la estadística: el 20% de los fallecidos en accidente de circulación no llevaban puesto el cinturón de seguridad. Un discípulo del Maledicto: lo que demuestra que muere mucha más gente por llevar el cinturón de seguridad que por no llevarlo. Así, con dos cojones. Como los del santo padre.

El siempre ácido Manolo Saco


lunes, 16 de marzo de 2009

Canciones de Libertad

Sin tiempo para darle impulso al blog me han surgido nuevos proyectos, esta vez en la Red, de los que ya daré noticia. Una sonrisa para los que saludáis y animáis a seguir escribiendo. Para vosotros, todo un Clásico cantado por un músico con Clase:




La letra la podéis encontrar aquí.

Salud Joe.

jueves, 5 de marzo de 2009

VOLVEMOS

Bueno, antes de que se cumpla un año sin actualizar y de que le salga moho al blog, vamos a recuperar un poco de ritmo. Para ponernos al día me veo en la obligación de hacer un pequeño resumen de lo vivido hasta hoy. En lo personal muy bien en casi todo, vino Embarek y fue genial para todos, pero sobre todo para Lucas, estuve jodido por una oxtia con el coche que todavía arrastro y además después de 6 años de Lucha conmigo mismo y con los malditos test por fin soy FC de la JCCM. Para lo demás, unos cuantos vídeos a modo de muestra:

¡¡Viva el Sáhara Libre e independiente!!





En Noviembre sonó una Cajita llena de Esperanza (en directo fue sublime y la lagrimada general; Se acababa la guerra civil, y eso significaba la Izquierda no desaparecería, por lo menos de momento...). Mes y pico después Cayo sí fue el Coordinador de la Iu.



A principios de año, se cometió el Genocidio de Gaza. La población civil volvió a dar la talla llenando las calles, pero el Gobierno “socialista” de ZP y la comunidad internacional se comportaron de una forma bochornosa Muguruza le pone letra y música.



CUBA NO ESTA SOLA. En Madrid hubo una gran manifestación en respuesta a la provocación de Espe I La honesta. Carlos Fernández Liria nos da una lección magistral sobre la realidad del socialismo cubano.

Me da problemas el vídeo, así que cuelgo el enlaze y chin pum, merece la pena, sin duda.
Parte II

Un discurso sublime en un escenario nada cómodo. El cambio mereció la pena, queda confirmado que hay futuro para la Izquierda anticapitalista y por tanto para el ser humano.



"Yo fui, yo soy, yo seré. Socialismo o Barbarie". Rosa Luxemburgo.

domingo, 27 de julio de 2008

El Servicio de Clientes y Trainspotting

Nunca debió haberse dejado tentar por aquella oferta. Su difunta madre, que en gloria estuviera, se lo decía una y otra vez: lo barato acaba saliendo caro. Y lo peor de todo era que en los demás ámbitos de la vida se jactaba de no reparar en gastos, para eso tenía un trabajo bien remunerado y ningún escrúpulo a la hora de emplear el dinero en aquello que le apetecía.

Por qué demonios, se maldecía ahora, había picado y había atendido el reclamo del anuncio que le ofrecía banda ancha de Internet (más las llamadas locales y ya ni recordaba qué otros beneficios) por la mitad de lo que le venía costando la conexión. Una suma para él irrisoria, que habría podido seguir satisfaciendo mes a mes sin despeinarse. Por ahorrarse un mísero puñado de euros, por el prurito estúpido de no sentirse un pringado que pagaba por algo el doble que otros, ahora se veía como se veía. No sólo no le funcionaba la conexión, ni ancha ni estrecha, sino que ni siquiera podía hacer llamadas telefónicas. Tras diez costosas y exasperantes conversaciones a través del móvil con otros tantos operadores de diversos acentos, tres números de reclamación anotados, e incluso un número de reclamación sobre las reclamaciones, el problema ni siquiera tenía visos de solución. Tres días sin teléfono y sin Internet, viéndose obligado a meterse en cibercafés para atender su correo electrónico, le habían ido acercando al límite de su poca paciencia. Siempre tenía la desagradable sensación de que el ocupante del puesto contiguo leía de reojo los mensajes que recibía o que mandaba, y eso era algo que en su oficio no se podía permitir. A los adolescentes junto a los que se sentaba no les importaría que cualquiera fisgara en sus banales comunicaciones (no había más que ver cómo contaban sus intimidades a voces por el móvil), pero él era un profesional riguroso que manejaba información confidencial, y le ponía fuera de sí tener que consultarla en público.

Había decidido darles una última oportunidad. Esta vez, se dijo, hablaría con un responsable, y le exigiría que le atendiera como es debido. Si no, se ocuparía de hacérselo lamentar. Inició por undécima vez el penoso trayecto que ya había recorrido en todas las demás llamadas: dar sus datos personales completos, volver a explicar el problema, recitar los números de reclamación que hasta allí le habían asignado, etcétera. Su insistencia y el tono imperioso de su voz acabaron obrando el milagro: al otro lado apareció un interlocutor sin acento, que parecía poder hacer algo más que atenerse al argumentario estándar con que hasta ese momento le habían venido despachando. Le trasladó su queja por el pésimo funcionamiento del servicio, lo amenazó con acciones legales por los perjuicios que se le estaban ocasionando y exigió una respuesta inmediata. Al otro lado de la línea se hizo un silencio y finalmente se le dio una explicación:

-La red de su zona no soporta la demanda actual. Se ha solicitado la ampliación, pero es un problema del proveedor de red, que no nos da la capacidad que le pedimos.

La pregunta le pareció tan obvia como obligada. Y la hizo:

-Entonces, ¿por qué venden el servicio, si no disponen de la capacidad de prestarlo? Es una estafa, ¿no se da cuenta?

-Lo siento, pero eso tendrá que plantearlo al servicio de clientes. Le transfiero la llamada. Presente una reclamación.

-Ya he presentado tres. Espere, quiero hablar con...

No le dio tiempo a decir más. Sonó un clic en la línea, entró la musiquilla de la campaña publicitaria de la compañía y un par de segundos después irrumpió una voz melosa:

-Hola, buenos días, servicio de clientes, le atiende Aleida Muñoz, ¿en qué puedo ayudarle?

Colgó. Ya no aguantaba más aquel cachondeo. Nadie se reía de él impunemente. Desde joven, siempre que alguien había intentado reírse de él, se había ocupado de hacérselo pagar. Él solo, sin pedirle ayuda a nadie. Sin demora. Sin piedad.

Sabía cómo hacerlo, normalmente. Pero en aquella coyuntura a la que el destino había tenido la crueldad de arrojarlo, no sabía por dónde hincar el diente. Estaba descartado, desde luego, recurrir al tortuoso camino que emprendían los ciudadanos probos y pusilánimes: poner una denuncia ante las autoridades o meterse en un pleito. Él no iba a dejar que sus asuntos vegetaran durante meses o años, mezclados en un pilón de papelote con las cuitas de una legión de infelices. Él era un buscador de atajos, un amante de la inmediatez y la contundencia.

Pasó toda la tarde devanándose los sesos. No durmió esa noche. Por la mañana, se levantó, se dio una ducha rápida y sin desayunar se fue al cibercafé para buscar la dirección de la sede de la compañía telefónica. La anotó con mano frenética en un post-it. Salió de nuevo a la calle y paró el primer taxi. Al llegar al pie del edificio, se dirigió sin vacilar hacia la entrada y se plantó con gesto desencajado ante el mostrador de recepción.

Tenía buena memoria. En su oficio era importante. Pidió ver al hombre que le había atendido en la última llamada. Era lo más parecido a un culpable que podía identificar. O por lo menos, alguien en quien podría tener sentido dar un escarmiento. La recepcionista le preguntó quién era y de dónde. Aquí dudó por primera vez. No tenía un plan claro. Y eso también era importante, en su oficio y en la vida en general. Improvisó una mentira. La recepcionista le pidió que aguardara mientras hacía una llamada. Al cabo de veinte segundos, se acercaron por su espalda dos hombres uniformados. No reaccionó con la frialdad que por su experiencia se le suponía. Y los tipos eran fuertes.

Otro error: llevaba encima el arma que había utilizado en sus últimos trabajos. Los periódicos titularon así la noticia: "Un sicario buscado desde hace meses por la policía, detenido cuando iba a reclamar furioso por un problema con el ADSL".

Leerla fue un consuelo para miles de clientes humillados.
Lorenzo Silva hoy en el pais.

A mi me ha recordado a Begbie en el final de Trainspotting, película que me marco una época, tanto que me llegue a leer el libro, y menudo descojone. Hace poco me lo intenté volver a leer y ya no me divirtió tanto (me hago mayor), pero me dio igual, el buen sabor de boca ya no hay quien me lo quite:

Un inicio genial, con un Iggy Pop sobervio:



Entrevista de trabajo a Spud, simplemente delirante.



Un final redondo, dejando a cada uno en su sitio.



miércoles, 23 de julio de 2008

A mucha honra!!

Tengo un amigo, que aparte de un destrozado del carajo con el que te partes el culo y de una grandísima persona, es un fiera en el apartado sindical. Y además muy honrado, tanto como para ser mi amigo jejejejjejej.

El caso es que hace ya años, cuando la lucha era muy intensa, le ofrecieron cubrir un puesto de Director General en la JCCM, a lo que él rápidamente se negó, entre otras cosas por considerar que desde una DG no se podía condicionar la política de personal de la junta, pero sin embargo ellos si podían condicionar la política de un Director General y por ende la suya propia (a cambio de varias prevendas; la JCCM si paga a los traidores). Y como es una persona honrada que no iba a aceptar pasar por ciertos aritos, decidió no aceptar el cargo.

Tiempo más tarde le ofrecieron ocupar un alto cargo en la organización en la que militaba hace muchos años y en la que tan buen trabajo desempeñaba y desde la que tanto incomodaba al poder. Él rápidamente vio que la organización ya no era lo que era y que el ofrecimiento iba con mucho, mucho truco. Y como es una persona honrada que no iba a aceptar pasar por ciertos aritos, decidió no aceptar el cargo.

A los años un antigüo compañero, con el que había luchado en muchas batallas y que ahora se encontraba en la trinchera de enfrente (la de los triperos, la de los amables y dóciles sindicalistas de hoy), le vino a recordar las dos ofertas con un; te dio miedo triunfar... parecido a lo de la viñeta.

Yo diría más bien, que le dio miedo vender su integridad y que prefirió sacrificar su ascenso personal, por mantener su lealtad a la que gente que representaba y que confiaba en él (todos ellos de la clase obrera).

Toda una lección de honradez.

PDT: ese amigo mío, a día de hoy y junto con otros compañeros ya no pertenecen a esa organización sindical: CC.OO, una pena y una mierda a la vez.
Fustafio