La presencia de ambos gobiernos en Roma en el acto de beatificación masiva es inoportuna e injustificada y, además, supone un agravio para la memoria de las otras victimas de la guerra civil y de la dictadura; mientras tanto, los obispos españoles establecen una mezquina distinción entre las victimas propias y las ajenas.
Nada habría que decir del derecho de la jerarquía católica a promover la memoria de sus llamados mártires y su beatificación en masa si no fuera porque este evento, aparentemente religioso, no es otra cosa que un acto político, partidario, en el que, una vez más, quienes dieron título de cruzada a una sublevación militar, bendijeron, como el obispo Gómara, la entrada de su evangelio por las brechas que abrían los cañones y dieron su apoyo a una dictadura que cercenó los derechos de todos los ciudadanos, se resisten aún hoy a pedir perdón y niegan a las victimas de la represión militar y golpista el justo reconocimiento que les debe la sociedad.
El fanatismo que caracteriza a la conferencia episcopal española y a la actual curia vaticana parece producirles una visión obtusa de la realidad, llevándoles a considerar la época de
Alternativa Laica considera sorprendente en este contexto, la presencia del gobierno de la nación con una representación de alto rango institucional, encabezada por el Ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en esta ceremonia de beatificación masiva argumentando una pretendida “normalidad institucional”, considerándola como un acto de naturaleza religiosa, cuando en realidad está concebida por sus organizadores con una clara intencionalidad política, militante y hasta electoral para contrarrestar
La pretensión del Gobierno de
Si incomprensible es la asistencia del gobierno de la nación en este acto, más aún lo es la del Gobierno de Castilla-
La presencia de los gobiernos que nos representan a todos en este acto no es sólo inoportuna e injustificada, sino que ofende la memoria concreta de tantos y tantos ciudadanos, victimas de aquella guerra incivil y de su posterior dictadura.
Dicha presencia, por tanto, además de mezclar a las instituciones políticas y democráticas en actos de pretendida significación religiosa, supone para Alternativa Laica un grave error político y un alejamiento del compromiso de defender los comportamientos laicos del Estado, cediendo una vez más frente a aquellos que, a pesar de los gestos, “no pararán hasta conseguir sus últimos objetivos” y ello aun a costa de sacrificar planteamientos que por justicia histórica y social serían coherentes con un gobierno progresista.
Mientras los obispos españoles establecen con este acto una mezquina distinción entre las victimas propias y las ajenas, el Gobierno de España y el de Castilla-La Mancha, presididos por socialistas, deberían actuar de forma coherente y justa con la historia y con la memoria, negándose a participar en un acto de esta índole.
ALTERNATIVA LAICA
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